7/12/19

Desde el avión




Ayer, en el avión, no tuve tiempo
ni siquiera de pensarte,
ni de detener mis manos en tu pelo,
ni de leer las arrugas de tu rostro,
ni de surcar los mares de tu silencio
con mi barco de sonrisas tontas
y de palabras que mueren al nacer
para no naufragar en ti.

Pude por un instante vaciar mi mente
de preguntas y respuestas,
de espejos y cristales rotos,
de tinta y rabia, de lunas inquietas
y paseos solitarios sin destino,
y sentirte allí fuera, en la inmensidad
hecha juguete y miniatura,
sin apreciar nada que no fueras tú mismo.

Ayer, mientras veía el mundo pequeño y redondo
jugué a ser ese mar inmenso que se enlazaba al cielo
con perfecta y mágica armonía.

Durante un tiempo largo las nubes lo taparon todo,
quizá no había nada en realidad debajo
y todo lo que antes conocía como mi mundo
nunca había existido en realidad.

Tu mano cariñosa,
ajena a mi mejilla húmeda,
hizo de mí la misma que ya era.


                           © Laura Caro
                              Abril,  2010