8/8/20

Lejana luz

                                                


(Imagen de la red)
 

Me arrastro hasta la puerta con esfuerzo.
Veo una luz azul tras la rendija
y un rayo que atraviesa sin piedad
la cerradura vieja bajo el pomo.
 
Me pesa el cuerpo tanto, que no avanzo
al ritmo que me marcan los relojes.
 
Solía cantar siempre cuando el tiempo
ponía mala cara a mis instantes
y ahuyentar con el canto las tristezas.
 
Pero hoy no tengo voz para elevarla,
ni siquiera me consta que haya lengua
con la que relamer mis sequedades.
 
El tiempo una vez más, me ha derrotado.


                                                     © Laura  Caro Pardo